Desde que se anunció la invención de la fotografía en 1839, se han practicado diversos métodos para hacer fotografías. Hasta la llegada de la fotografía digital a finales del siglo XX, todos estos métodos requerían tres elementos: materiales sensibles a la luz que se comportan de forma predecible en respuesta a la luz; productos químicos que controlan y fijan la acción de la luz para crear una imagen; y un soporte sobre el que descansa la imagen. Los fotógrafos y otras personas han explorado y perfeccionado continuamente estos requisitos básicos en su afán por ampliar las posibilidades artísticas y tecnológicas de la fotografía.